Lo que opino sobre Rosa Clará​

Lo que opino sobre Rosa Clará

En 2018 (un año antes de la fecha que debería haberme casado), les dije a mi hermana y a una amiga que me acompañaran a probarme vestidos a Rosa Clará.

Ellas me dijeron:

– ¡Rosa Clará es carísimo!! ¿Estás segura?

A lo que contesté:

– Solo tengo intención de probármelos, ¡en ningún caso voy a comprar!

A ellas les pareció una idea genial, así que llamé y agendé una cita.

El día indicado, fuimos las tres.

Vino una chica muy amable a recibirnos. Ella nos llevó a uno de los probadores y nos ofreció cava.

Mis amigas y yo nos miramos con cara de haber triunfado, pero a la vez nos vino una punzada de malestar en la barriga que comentamos tan pronto como la dependienta nos dejó solas…

– Jolines qué guay lo del cava, pero me siento un poco mal por estar gorreando sabiendo que no vamos a comprar…

Mientras tanto aproveché para ponerme una bata blanca muy cuki, de tacto sedoso y con acabados de encaje que me había dejado antes de irse a por el cava.

La bata era para taparme y no quedarme en ropa interior entre la prueba de los distintos vestidos.

La dependienta empezó a traerme los vestidos que previamente había elegido.

Trajo también un cancán.

No tenía ni idea que las novias llevaran eso debajo del vestido. Creo que quedó muy de pobre preguntar para qué servía. Es lo que hay.

La chica me ayudó a vestir, me ajustó cada una de esas delicadas prendas, me explicó las características de cada vestido.

Hablaba de drapeados, bordados, de tipos de seda, de tonalidades, de brillos, de pedrería, de lo que me quedaba mejor por mi tipo de cuerpo…

La verdad es que la chica era encantadora.

Tuve otra punzada en el estómago.

Luego llegó el turno de mi hermana y de mi amiga que también querían probarse vestidos de invitadas.

Cada uno de esos vestidos era una delicia.

La chica complacía todos nuestros deseos con la mejor de sus sonrisas.

Otra punzada recorrió mi cuerpo.

Al salir de la tienda de Av. Diagonal las tres comentamos que había sido una experiencia religiosa probarse todos esos vestidos fantásticos. Y decretamos que nunca más volveríamos a hacerlo.

Pero espera que ¡ahora viene lo bueno!

Hace unos días fui a tomar algo con mi amigo Víctor, él estaba ya con otros amigos, por lo que me acoplé a su grupo. Los saludé. A la mayoría los conocía por haber coincidido en algunas otras ocasiones.

Al rato empezaron a llegar más amigos ya de mi grupo.

En la mesa éramos unas 10 personas.

No sé por qué motivo en ese momento conté a alguien sentado a mi lado esa historia. Víctor

también lo escuchaba y entonces dijo bien alto y esbozando una gran sonrisa:

– Mi amiga Ana trabaja en Rosa Clará, ¡cuéntale a ella lo que hiciste!

¡Glups!

Su amiga Ana me miró y me dijo:

– ¿Has estado en Rosa Clará? ¿Qué tal fue la experiencia?

Yo le conté mi historia y ella me contestó:

– No pasa nada que hicieras eso con tus amigas, lo importante es que te trataran bien.

¿Cómo fue el servicio? ¿Te sentiste bien atendida?

¡Me quedé sorprendida! ¡La atención al cliente de Rosa Clará traspasaba las puertas de sus tiendas!

Este texto es mi forma de redimir mi culpa y agradecerle todas las atenciones recibidas a la dependienta.

Y sobre las marcas y empresas que tienen esta atención al cliente tan excepcional creo que:

1. La atención al cliente es una estrategia de marketing poderosa, que sin lugar a dudas hace que vendan más.
2. Contribuye a que las clientas (y las pardillas que vayan solo a probarse) que hayan recibido esta atención excepcional hablen de la marca a sus allegados (el famoso boca-oreja o marketing por recomendación).
3. Hace que la marca se posicione en la mente del consumidor en un lugar un tanto especial y privilegiado.