Te cuento la siguiente historia que me pasó hace 10 años:
Hace tiempo conocí a una actriz de telenovela del mediodía. Era una de estas actrices que cuando la ves por la calle dices, ¡me suena su cara, la conozco de la tele! Pero realmente no tienes ni idea de quién es.
Total, que vino la actriz, muy amable y simpática, se probó varios vestidos y eligió el que más le gustaba. Yo no vi mi vestido en televisión ni nada, pero la representante me envió un par de recortes de prensa, por lo que me quedé más o menos contenta, porqué me permitieron alardear un poco en redes sociales compartiendo su foto.
Unos días después, la actriz me llamó por si quería ir a tomar algo con ella. Pensé que no debía tener muchos amigos. Pero fui porque era quien era y a una actriz no le dices que no vas a ir a tomar algo con ella.
Así pasaban los meses y me iba llamando como si fuéramos super amiguis. Al cabo del tiempo me pidió otro vestido para otra gala. Se lo di un poco a regañadientes y cuestionándome qué puñetas estaba haciendo…
La acompañaba con un texto que decía así: Hoy ha venido a visitarnos @laactriz Actriz que admiramos muchísimo y además una mujer maravillosa. MIL GRACIAS POR CONFIAR EN @centrodeestetica Te esperamos cuando quieras para mimarte y cuidarte como te mereces!
“Oye, ya he visto que la actriz es clienta de tu centro, ¡qué guay que te codeas con la jet set!”
A lo que me contestó: “¡Qué va! Vino 3 veces a hacerse cosas gratis y cuando le dije de cobrarle ya no vino más. ¡Vaya jeta!”
Ninguna de las dos vimos el retorno de la inversión, no nos reportó más ventas ni nos dio más visibilidad. Supongo que nos cegó que una persona famosa se fijara en nuestro negocio. Todo esto para decirte que debe ser verdad que los famosos no llegan a fin de mes, porque esta chica iba mendigando vestidos y manicuras…
No digo que todos los famosos sean iguales, digo que si tienes una marca y te estás planteando una colaboración, ojo que no te tomen el pelo.