A Laia siempre le han gustado los chicos deportistas y guapos y parecía que ese día estaba de suerte porque hizo “mach” con uno que… ¡daba gusto de ver! Se llamaba David.
En este punto del relato me gustaría contarte que Laia es una persona lista y muy interesante, que había vivido muchos años en el extranjero y hablaba con fluidez varios idiomas.
Yo la describiría como una persona “openminded” que se llama en inglés, abierta de mente y sin prejuicios. Pero también con mucha fluidez a la hora de comunicarse.
A Laia realmente no le importaba comunicarse en catalán, castellano o con el idioma que fuese porque es de los que siempre ha pensado que lo más importante es que haya comunicación. Porque el hecho de que David se comunicara en castellano no era ningún problema para ella.
Pues, aquel miércoles, cuando Laia ya veía que la cosa fluía fácil entre David y ella, propusieron ir a cenar juntos.
Él le dijo:
– ¿Vamos esta noche que esta semana libro en el trabajo?
Ella contestó:
– ¡Venga sí! Hay un restaurante que tengo ganas de probar en la Barceloneta si te apetece.
Laia llegó 5 minutos tarde y David ya estaba sentado en una mesa. Ella le reconoció enseguida. En persona todavía le causó mejor impresión.
El restaurante estaba casi vacío y el camarero la acompañó a la mesa donde esperaba David.
Cuando Laia estuvo delante de él, David se levantó para darle dos besos. Era alto y Laia tuvo que estirar el cuello para corresponder al saludo.
Los dos sonreían y empezaron a charlar animados, la cosa pintaba bien.
En un momento de la conversación ella le preguntó:
– Y tu David, ¿a qué te dedicas?
Entonces él le explicó que era policía y que estaba alojado en el barco Moby Dada:
– El barco del Piolín. ¿Sabes?
Laia pondrá entonces dos ojos como dos platos y se le entreabrirá la boca.
– ¡Mierda! ¡No pensaba que estuviera cenando con un piolín!
Respiró profundamente intentando procesar la información y seguidamente le dijo:
– ¿Entonces tú has sido uno de los policías que repartió leña y nos pegó el 1 de octubre?
¡Allí empezó el espectáculo! Aunque ellos no se tocaron, si hubiera sido una película seria la escena de los dos esclavos peleándose en Django Desencadenat.
Y los camareros habrían sido Leonardo Di Caprio mirando y apostando a quien ganaría.
Finalmente Laia se levantó, recogió sus cosas y se marchó rabieta y pensando que aquella historia nunca la contaría a sus padres. ¡Qué vergüenza!
¿Y tu lector, a favor de quién eres?
Es imposible leer esta historia y no posicionarse a favor de Laia o junto a David.
En todas las historias hay buenos y malos, aunque a ti siempre te parezca estar al lado de los buenos, si le preguntes a la otra parte opinará todo lo contrario.
Y esto tiene mucho que ver con el marketing. Porque a veces queremos agradar a todo el mundo y acabamos por no agradar a nadie (y no vender nada).
Es imposible complacer a todos, así que la mejor manera de mostrar tu personalidad o la personalidad de tu marca es decidir quién quieres ser y cómo quieres mostrarte.
Asume que hay una parte de potenciales clientes que nunca te comprará, pero decidido a enamorar a aquellos que encajan perfectamente con tus valores.
¿Quieres un consejo? ¡¡Mójate!!
¿Eres independentista o no lo eres, eres del Barça o del Madrid, de izquierdas o de derechas, lees el Ara o El Mundo, El Periódico o La Vanguardia, El País o el ABC?
¿A qué público se dirige tu negocio? Solteros o casados, beben alcohol o son abstemios, ¿tienen hijos o no tienen, escoltan música clásica o rock, tienen dinero o no?
En marzo de 2021 salió esta noticia: Financial Times sitúa Hablamos como la “teleco” que crece más rápido del Estado y la 4a de Europa.
¿Quieres más ejemplos?
Moderna de pueblo: Ilustradora feminista.
Flax and Kale: Comida vegana de Km0.
¿Te parece que alguna de estas empresas quiere agradar a todo el mundo?