Me gustan los musculitos de gimnasio. De esos que tienen una tableta de chocolate y no un mega cojín viscoelástico por barriga. Que pueda lavar la ropa en sus abs cuando se estropee la lavadora.
Supongamos que estoy soltera y quiero ligarme a un chico así. En mi mente creo fantasías de noches de pasión y lujuria. Me imagino observando su cuerpo perfecto tumbado en mi cama iluminado por los primeros rayos de sol de la mañana. No he catado a uno así en mi vida. Vamos allá.
Así que me descargo la app de Tinder y empiezo a babear encontrando usuarios que perfectamente podrían haber salido de la peli 300. En sus perfiles muestran fotos de sus bíceps, tríceps y los más bonitos alicatados de baño de los años 90. Sus cuerpos están perfectamente esculpidos, como si de una escultura de Miguel Ángel se tratara. Yo me imagino resbalando en sus pieles lisas, depiladas y bronceadas.
Tengo la brillante idea que Tinder me ayudará en mi frenético deseo y a cada perfil hercúleo le doy al botón de like. Pero al cabo de unas semanas desespero. Pocos contestan.
Luego llegan las primeras citas con comentarios como:
– Sixpack23: no pareces la misma de las fotos! -. Y luego nunca más se supo…
Más adelante, al fin, conseguí engatusar algunos hasta el catre para luego recibir comentarios como:
– Musculitos69: Vaya! Estás blandita, eh!?
– Adonis40: Cuando hagas ejercicio podríamos quedar otra vez, eres simpática.
Y luego… luegooo… nunca más se supo.
Hasta que darme cuenta de lo que sucedía… ingenua de mí. Estas fueron mis conclusiones:
Y esto vale para aplicar siempre que quieras vender tus productos o servicios:
Aviso para navegantes: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, los musculitos de gimnasio NO son mi público objetivo.
¿Y tú? ¿Quieres encontrar tu público objetivo darle like y realizar un match? Yo te ayudo.
Soy Núria Posa y realizo planes de marketing, embudos de venta y storytelling.