¿Quieres conocer mi historia? (Parte II):

Cómo romperse por dentro (y por fuera)

Mis padres se separaron cuando yo tenía 6 años. Fuimos a vivir con mi madre y veíamos a mi padre en fines de semanas alternos. Ni mi hermana Aina ni yo decidimos esto. De hecho, estábamos completamente en desacuerdo con estas medidas impuestas contra nuestra voluntad. Queríamos a nuestro padre con devoción y no entendíamos por qué no podíamos verlo más a menudo. Supongo que en los ’80 eran así las cosas y poco se estaba haciendo por los derechos de los padres en casos de separación.

Mi madre se compró un piso con su nueva pareja en un pueblo cerca de Girona. No voy a contar la convivencia con él, no merece tanta atención este señor. El caso es que para Aina y para mi la vida nos dio un vuelco de la noche a la mañana.
Echábamos de menos a nuestro padre, nuestro antiguo barrio, los amigos, la escuela, los abuelos… Para evocar los momentos vividos en el pasado, Aina y yo poníamos la música que le gustaba a papá en el tocadiscos y que había sonado tanto en casa: Pink Floyd, Queen, Tina Turner, The Police, Dire Straits, Phil Collins, Supertramp…

Pero poco a poco íbamos poniendo “another brick in the wall”, creando un muro que separaba los momentos felices de nuestra infancia con esta nueva etapa tan extraña que estábamos viviendo.

Pasaron los meses y llegó el verano y las tan esperadas vacaciones con papá. En agosto nos iríamos a Asturias. Papá había empezado a salir con Carmen, una chica de Oviedo que había conocido en un viaje a Túnez.

A Carmen nos la presentó unos meses antes, cuando ella vino de visita a Barcelona. Pasamos el fin de semana los cuatro juntos y ¡fue genial! Carmen era dulce, divertida, se reía por todo y a Aina y a mi nos parecía muy gracioso el acento que tenía, así que creo que ella lo exageraba a propósito. Por lo que unas vacaciones en Asturias con Carmen nos parecieron un planazo.

Pero ese agosto sí fue distinto, porque pasó algo completamente inesperado y que rompió a mi padre por dentro. Y a mi por fuera.

Tuvimos un accidente de coche Mi padre conducía. Llovía e íbamos por una carretera que luego se marcó como TCA (Tramo de concentración de accidentes). El coche dio 3 vueltas de campana. Cuando papá se giró para ver si estábamos todos bien vio que yo no estaba en el coche.

Carmen y Aina estaban magulladas, pero bien. Pero yo no estaba. Papá salió del coche y empezó a buscarme por los alrededores. Me encontró unos metros más allá. Estaba inconsciente y tenía mucha sangre en la cabeza y una pierna volteada del revés. Estuve un mes en el hospital de Oviedo recuperándome. Me había roto el fémur y habían tenido que ponerme puntos en la frente, la cabeza y sacarme cientos de cristales de la rodilla.

Quizás pienses que para mí esto fue traumático… Pero no fue así. Con el tiempo, al hacerme mayor, entendí que quien lo pasó peor fue papá. Pero yo, con 7 años, no era realmente consciente de lo que había pasado y de la gravedad de los hechos.

 

Cuando pienso en las 4 semanas que pasé en el hospital recuerdo los mimos y las atenciones que recibí. No recuerdo dolor, ni estar triste, sino todo lo contrario. Pasé muchos meses enyesada, no podía andar y si tenían que trasladarme tenía que ser en posición horizontal. Perdí un año de colegio y estudiaba en casa con una profesora particular.

Al año siguiente, cuando ya había cumplido 8 años, mis padres nos comunicaron a Aina y a mí que harían una segunda intentona y que volvían a retomar la relación. Al poco compraron una casa en el Montseny y vivimos juntos unos años más. Hasta que se volvieron a separar, pero esto es otra historia.

Con el tiempo, ya de adulta, pienso que ese accidente acercó de nuevo a mis padres. O quizás así sea como lo quiero recordar y fue mi inconsciente que configuró así mis recuerdos.

¿Y qué tiene esto que ver con el marketing te preguntarás?

Pues quizás poco, pero creo que esta historia podría servir para una campaña publicitaria:

– De la DGT
– Para una empresa de seguros
– Quizás para el storytelling de un psicólogx que trate temas de trauma.
– Para una inmobiliaria que narra la historia de una familia que retoma su relación.

Soy Núria Posa y escribo historias que conectan emocionalmente con las marcas.